martes, 17 de abril de 2007

Haz el favor de comportarte

Era uno como cualquier otro. Uno más, otro más. El anonimato era su escudo y la discreción su principal arma. Se desenvolvía con holgura entre la muchedumbre y le agradaba actuar sin la responsabilidad que le proporcionaba la indiferencia que procesaba hacia los demás.
Quizá delirios de grandeza, quizá cierta temeridad le hicieron salir de su escondrijo y mostrar su otra cara, su verdadera cara; aquella que escondía bajo el anonimato y la discreción. Se caracterizaba por la inseguridad y sobretodo por la incompetencia. Una incompetencia que demostró al no tomar las riendas de la situación, al actuar inconsecuentemente y al no considerar quien entonces le rodeaba.
No contento con sortear la responsabilidad que conllevaron sus actos, esperó a que el tiempo ¾ése a quien todo cobarde y gandul recurre cuando tiene problemas¾ solucionase su papeleta. Por suerte, antes de que el señor tiempo acudiese a socorrerle, varias voces, entre ellas la conciencia, hicieron cambiarle de parecer. Decidió que ya era suficiente el sufrimiento de quien esperaba su reacción.Ahora es cuestión de que ese comportamiento sólo sea una mancha en su expediente, y que a partir de ahora el entusiasmo y la implicación brillen en su relación.